RECORTE DE NOTINAT


Piscinas fáciles y piscinas duras

Cualquier nadador, o aficionado a la natación, sabrá lo que significa nadar en una piscina “fácil”, o, por el contrario, hacerlo en una “dura”. Cuando se nada en una “fácil”, todo el mundo espera hacer buenas marcas, al contrario de lo que ocurre cuando tiene que hacerlo en una de las consideradas “duras”.
¿Por qué a una piscina se la considera “fácil”, y a otra se la considera “dura” ?
Básicamente, la diferencia viene dada por diferentes factores, unos referentes a la construcción del vaso de la piscina: si tiene rebosaderos en los cuatro costados; solo en los dos laterales, o solo en los dos cabeceras (lo que ayuda a amortiguar, más o menos, el oleaje); según su mayor o menor profundidad (a mayor profundidad, se amortiguan mejor las ondas producidas por el arrastre del agua en las brazadas, y por tanto hay posibilidad de “agarrarse” más y mejor al agua que el nadador tiene a su frente).
Otros, por el contrario, dependen de la composición del agua (las poco densas proporcionan un menor “agarre” para la brazada; las excesivamente densas, producen mayor resistencia al avance), y/o por la mayor o menor salinidad en el caso de aguas saladas o salobres (una salinidad adecuada proporciona al nadador mayor flotabilidad; una salinidad excesiva, como es lógico, resulta en una mayor densidad, y ya hemos dicho que esto perjudica al nadador). Otros, como veremos al final, de la mentalidad del nadador.
Con el paso de los años, y el progreso en la construcción de piscinas, algunos de estos factores han desaparecido de esta problemática. Las “corcheras” de corcho (valga la redundancia) han dejado paso (a partir de 1960 en los Juegos Olímpicos de Roma) por “cilindros” de materia plástica, cada vez más sofisticados, que ayudan a amortiguar las olas producidas por el avance de los nadadores; la profundidad de las piscinas en las que se disputan competiciones importantes se ha reglamentado adecuadamente, y hoy en día las piscinas se construyen con una profundidad “standard” de entre 2,00 y 2,50 metros.
Por otro lado, en 1967, la FINA (i a continuación prácticamente todos los países adscritos a la máxima organización de la natación mundial) prohibió la homologación de récords conseguidos en piscinas de agua salada o salobre, lo que ha dejado el factor de la composición del agua reducido a un mínimo, puesto que este depende de las pocas sales que lleve, que no pueden “marcar” mucha diferencia entre la bondad de unas aguas y otras.
Quizás no tanto en éste tiempo, en los que ya hemos dicho que se han “diluido”, casi totalmente, los inconvenientes de las piscinas, y todas resultan “fáciles” (por lo menos las de las grandes competiciones), pero si en décadas anteriores, ha habido piscinas famosas, tanto por su “facilidad”, como por su “dureza”.
“Fáciles” fueron, entre otras muchas, las de agua de mar de Blackpool, piscina de 55 yardas, o la de Montecarlo, de 50m.; las de agua “salobre” de Sydney, de 55 yardas, escenario de gran parte de los récords mundiales superados por los nadadores australianos en la década 1956 – 1966; o las de agua dulce de la Piscina Olímpica de Los Angeles-1932, en la que se batieron gran número de récords mundiales; o la de la Universidad de Yale, la primera piscina “transformable” (por lo menos de la que nosotros tenemos conocimiento), que tanto podía “encogerse” a 25y. o 25m., como “alargarse” a 50m., o 55y., o, finalmente, la de la Isla de Santa Margarita en Budapest, escenario de los Europeos de 1958, y también de muchísimos récords europeos y mundiales.
En España destaquemos una piscina de agua salada famosa por su “bondad” (hasta el punto de que muchos dudaban de que hiciera los 25m. reglamentarios (aunque podemos asegurar, lógicamente, que los hacía), era la piscina “antigua” (por llamarla de alguna forma y sin ningún ánimo de menosprecio, puesto que era una piscina muy “simpática”, y que creo fue demolida hace unos cuantos años) del Hotel Metropole (en la que nació el C.N.Metropole), escenario de muchos récords de España, lo mismo que otra “antigua” piscina, la del C.N.Sabadell (no las modernas instalaciones, sino la de seis callejones) escenario también de muchos e importantes récords de España.
Entre las conocidas como “duras”, ha sido famosa la Piscina Olímpica de Tourelles, construida para los JJ.OO. de 1924, con unos últimos 20-25m. (no recuerdo muy bien) en los que no había más de metro y medio de agua, por lo que “costaba” avanzar en aquel trozo. En España, y por el mismo motivo (poca profundidad en alguno de los dos extremos) había dos famosas piscinas “duras”, ambas de 50m.: la de la Casa de Campo de Madrid (no sé si todavía existe), y, ésta en Barcelona, la “antigua” de Montjuïc, derruida con motivo de los JJ.OO. de 1992, situada en donde se celebraron algunas competiciones de saltos, y creo que también de “sincro” de aquellos Juegos barceloneses).
Más modernamente, y también en Barcelona, dos piscinas bien diferentes. Por un lado las Picornell (por desgracia, como otras, prácticamente perdidas para la natación de competición, gracias a una “excelente” e inexplicable política del Ayuntamiento de Barcelona), un excelente complejo, escenario de dos importantes competiciones como los Europeos de 1970, y los JJ.OO. de 1992, y, en el lado opuesto, la piscina de Sant Jordi considerada tanto como “dura”, pero también, curiosamente, como “antipática” (es decir, en la que el nadador no se encuentra a gusto, ni siquiera fuera del agua).
Pero hemos hablado también, finalmente, de un factor que no es material, pero que también “ayuda” a distinguir entre una piscina “fácil”, y una “dura”, factor que no es otro que la “mentalidad” del nadador, su mayor o menor disposición a adaptarse a las condiciones de la piscina, venciéndolas.
Hemos visto como en varias ocasiones han sido los propios nadadores los que, sin saber por qué, han hecho “fácil” o “dura” una piscina, sencillamente porque ellos la han considerado así. Recuerdo Campeonatos de España que se disputaron en piscinas consideradas “duras”, pero en cuyas primeras pruebas se conseguían, bien récords de España, o marcas que se consideraban buenas, y, automáticamente, desaparecía el “miedo escénico” a la piscina, y esta pasaba a ser “normal”, e incluso “fácil”.
Es ésta una demostración más de que la buena mentalidad del nadador es vital para el éxito, que no debe dejarse arredrar por las condiciones ambientales, ni de la piscina, ni de cualquier otro factor, y que puede llegar a convertir cualquier factor negativo en positivo.
Guillem Alsina
N.d.E. Podéis leer también un buen artículo sobre este tema en Andarivel 4